Cualquier susurro de problemas en los principales centros de datos ya es suficiente para sacudir a los inversores que apuestan en grande por la IA para impulsar las subidas de las acciones y generar un aumento en la financiación mediante deuda hasta 2026. La más mínima interrupción operativa envía ondas de choque a través de los mercados que se han vuelto cada vez más dependientes de una infraestructura ininterrumpida para que la narrativa de la inteligencia artificial se mantenga.