En Web3, preguntar si la identidad digital importará es básicamente una cuestión cerrada en este momento. Todos saben que será crucial.
Pero aquí es donde las cosas se complican: ¿pueden estos sistemas de identidad realmente sobrevivir en el mundo real donde los reguladores están observando? Esa es la pregunta de un billón de dólares.
Cuando hablas de aplicaciones financieras, stablecoins y neobancos que operan a través de fronteras, la fricción regulatoria se vuelve muy rápida. La infraestructura existe, la tecnología funciona, pero ¿encaja con lo que realmente exigen los gobiernos? Eso es lo que mantiene despiertos a los desarrolladores por la noche.
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En Web3, preguntar si la identidad digital importará es básicamente una cuestión cerrada en este momento. Todos saben que será crucial.
Pero aquí es donde las cosas se complican: ¿pueden estos sistemas de identidad realmente sobrevivir en el mundo real donde los reguladores están observando? Esa es la pregunta de un billón de dólares.
Cuando hablas de aplicaciones financieras, stablecoins y neobancos que operan a través de fronteras, la fricción regulatoria se vuelve muy rápida. La infraestructura existe, la tecnología funciona, pero ¿encaja con lo que realmente exigen los gobiernos? Eso es lo que mantiene despiertos a los desarrolladores por la noche.