De las sombras a los focos: cómo la expansión de los centros de datos generó un fuego político inesperado en 2025

Durante décadas, los centros de datos permanecieron firmemente en el trasfondo tecnológico—granjas de servidores masivas que alimentaban internet pero que rara vez capturaban la conciencia pública. Esa era ha terminado abruptamente. El impulso hacia el protagonismo en el desarrollo de centros de datos marca un momento definitorio en la relación de Estados Unidos con la infraestructura informática, ya que los movimientos de base han comenzado a llamar la atención sobre las implicaciones ambientales, económicas y políticas de una rápida expansión de la IA.

La escala de la expansión

Las cifras cuentan una historia impactante. Según datos recientes de la Oficina del Censo de EE. UU., el gasto en construcción de proyectos de centros de datos se ha disparado un 331% desde 2021, alcanzando cientos de miles de millones de dólares. Este crecimiento explosivo refleja la expansión simultánea de las industrias de computación en la nube y de inteligencia artificial, ambas impulsadas por grandes corporaciones tecnológicas y las prioridades políticas de Washington.

Google, Meta, Microsoft y Amazon han anunciado objetivos sustanciales de inversión de capital para 2025, con la mayoría de los fondos dirigidos a inversiones en infraestructura. El Proyecto Stargate de la administración Trump, presentado en enero, posicionó el desarrollo de infraestructura de IA como central en su estrategia económica, enmarcando la expansión masiva de la computación como esencial para la competitividad tecnológica de Estados Unidos.

Sin embargo, a pesar de este impulso, los expertos cuestionan si la escala de los proyectos propuestos puede realmente materializarse. Muchas instalaciones en la cartera probablemente no se construyan, dadas las restricciones en la cadena de suministro, retrasos en permisos y—cada vez más—la oposición de las comunidades.

La resistencia de base toma forma

La resistencia pública sin precedentes ha transformado los centros de datos en un tema político de primera línea. Data Center Watch, que monitorea el activismo anti-centros de datos, informa que 142 grupos activistas que operan en 24 estados están ahora organizándose contra nuevos desarrollos de instalaciones. Estas organizaciones provienen de diversos sectores: defensores del medio ambiente preocupados por los impactos ecológicos, residentes conscientes de la salud que temen riesgos desconocidos, y hogares económicamente presionados preocupados por el aumento en los costos de electricidad.

Las protestas en el mundo real demuestran la intensidad de la oposición local. En Memphis, Tennessee, miembros de la comunidad se movilizaron contra el proyecto Colossus desarrollado por xAI, llamando la atención pública sobre las preocupaciones relacionadas con la expansión de infraestructura. Michigan ha emergido como otro punto caliente, con 16 ubicaciones propuestas que han provocado olas de resistencia organizada en la capital del estado. Los residentes de Wisconsin lograron disuadir a Microsoft de proceder con una sede de centro de datos de 244 acres, mientras que el Valle Imperial en el sur de California emprendió acciones legales para anular la aprobación del condado a una instalación importante.

Danny Candejas, activista de MediaJustice, indicó que el impulso continúa creciendo. Reportó que conoce a nuevas personas semanalmente interesadas en organizarse contra proyectos locales de centros de datos, sugiriendo que este movimiento no muestra signos de disminuir. “Toda esta presión pública está funcionando”, afirmó Candejas, describiendo el sentimiento que encuentra como impulsado por una “ira muy palpable”.

La conexión con el costo energético

Lo que da a la oposición de base un resonancia política particular es la conexión con las finanzas domésticas. El aumento en las tarifas de electricidad, atribuido por muchos observadores a las demandas energéticas de la expansión de infraestructura de IA, ahora se reconoce como potencialmente decisivo en las elecciones de mitad de mandato de 2026. Candejas destacó esta ansiedad económica: las comunidades que ya luchan con las finanzas mes a mes ven con sospecha las grandes expansiones de centros de datos, especialmente cuando los gobiernos locales ofrecen subsidios y fondos públicos para incentivar a las empresas privadas.

Este marco—subvencionando la expansión corporativa mientras los residentes locales enfrentan aumentos en los precios de la energía—ha demostrado ser movilizador. La ira no proviene de preocupaciones abstractas sobre la tecnología, sino de impactos concretos en los presupuestos personales.

Impacto medible y proyectos retrasados

De manera sorprendente, la oposición organizada ya ha logrado resultados tangibles. Data Center Watch documenta aproximadamente $64 mil millones en desarrollos propuestos de centros de datos que han sido bloqueados o retrasados mediante activismo de base. No son escenarios hipotéticos, sino proyectos reales que enfrentaron suficiente resistencia comunitaria para detener o abandonar completamente los planes.

La contraofensiva de la industria

Reconociendo la amenaza política, el sector tecnológico ha lanzado su propia campaña. La Asociación Nacional de Inteligencia Artificial (NAIA), un grupo comercial relativamente nuevo, ha comenzado a distribuir puntos de discusión a miembros del Congreso y a organizar visitas de campo diseñadas para mostrar los beneficios económicos de los centros de datos. Empresas importantes como Meta han invertido en campañas publicitarias que enfatizan la creación de empleos y los ingresos fiscales derivados de las instalaciones propuestas.

El camino por delante

La dinámica fundamental sigue sin resolverse. La industria de la IA requiere una capacidad computacional masiva para alcanzar sus objetivos de crecimiento, y la política gubernamental apoya esta expansión. Al mismo tiempo, las comunidades que plantean quejas legítimas sobre el impacto ambiental, los costos energéticos y la asignación de fondos públicos continúan organizándose en resistencia.

Con los planes de expansión del sector tecnológico y los movimientos de oposición de base sin señales de desaceleración, 2025 y los años siguientes probablemente serán testigos de un conflicto intensificado sobre la ubicación de los centros de datos. El resultado sigue siendo incierto, pero los días en que estas instalaciones operaban de manera invisible han quedado definitivamente atrás. Los centros de datos se han impuesto—o han sido impulsados por circunstancias políticas—en el centro de los debates políticos de Estados Unidos, atrayendo la atención de sectores previamente indiferentes a las cuestiones de infraestructura.

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