Los bancos centrales están imprimiendo dinero a lo loco, pero nadie puede crear nuevos bitcoins. Esta frase suena a broma, pero en realidad es una dura realidad.

El sistema monetario global está atravesando una prueba sin precedentes. Los bancos centrales de todos los países están liberando liquidez en rondas para hacer frente a la presión económica. Sin embargo, el poder adquisitivo de cada billete se está reduciendo silenciosamente. En comparación, la cantidad total de bitcoins está fijada de forma permanente en 21 millones — esta es una regla codificada, que nadie, ni ninguna institución puede cambiar.

¿Pero qué significa exactamente esta diferencia? Significa que, a medida que las monedas fiduciarias continúan devaluándose, la escasez relativa de bitcoin solo se hará más evidente.

Los activos tradicionales dependen del sistema bancario, del apoyo político y de la confianza institucional. Bitcoin, en cambio, mantiene su valor gracias al consenso del mercado global, sin depender de ningún centro de poder único. Ningún banco central puede congelarlo, ningún gobierno puede emitirlo de la nada. Esta característica lo convierte de forma natural en una opción para proteger la riqueza.

Mirando los datos de estos años, queda claro: cada vez que aumenta la incertidumbre económica o las expectativas de inflación, los inversores institucionales y los inversores individuales astutos aumentan silenciosamente su asignación en bitcoin. No lo hacen por apostar, sino por cubrirse contra riesgos.

Cuando la confianza en el sistema financiero tradicional se tambalea y el poder adquisitivo del dinero en papel se reduce, poseer un activo con escasez absoluta e imposible de emitir en exceso pasa de ser una "opción" a una "necesidad". La era de bitcoin, en esencia, ya está aquí.