Según las últimas estadísticas de la agencia de auditoría de seguridad, en diciembre las pérdidas confirmadas por diversos ataques a activos criptográficos alcanzaron aproximadamente 117.8 millones de dólares.

Entre ellos, los ataques de phishing se convirtieron en la mayor amenaza, provocando una pérdida de aproximadamente 93.4 millones de dólares. Lo que es aún más alarmante es que una parte significativa de estas pérdidas por phishing—alrededor de 51.8 millones de dólares—está directamente relacionada con la inyección de direcciones maliciosas.

¿Qué significa esto? Los atacantes, mediante la suplantación de direcciones de contratos legítimos, inducen a los usuarios a transferir fondos a direcciones falsas, causando pérdidas impactantes. Incluso en entornos con mecanismos de protección, como exchanges y wallets, un descuido momentáneo del usuario puede hacer que los fondos sean irrecuperables.

Diciembre fue un mes de ataques frecuentes, y estos datos suenan la alarma para todos los participantes: verificar direcciones, interactuar con precaución y estar alerta ante enlaces desconocidos ya no son solo recomendaciones, sino reglas de supervivencia.